La respuesta es muy fácil. Tamariz, que por si hay alguien por ahí que no le conozca diré que es un mago ipresionante y que merece ser visto, es un auténtico crack, sin complejos y que disfruta con lo que hace y hace disfrutar a los demás. Es una persona que derrocha simpatía y alegría a partes iguales y por eso cae bien. Además, esa pinta tan extravagante que lleva, con su melena desordenada y canosa, sus gafillas, sus extrañas chaquetillas abiertas y sin mangas y, por dios, ¡sus sombreros de copa! Alguien así tiene que ser buena gente.
Y, por supuesto, no podemos dejar de hablar de sus sorprendentes trucos con los que nos deja alucinados a todos y durante los que no se está quieto ni un segundo, con esa gracia natural que él tiene. No deja de gritar ni de gesticular ni para darle emoción al asunto. Y esa original forma de terminar sus actuaciones, con el ya mítico e imitado "chianananiaaaaaaaaaaan" haciendo que toca el violín.
En definitiva, un tipo entrañable del que quería hablaros porque el tío le echa voluntad, y qué coño, que me cae muy bien.
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